Dar inicio al siguiente
artículo, realmente fue caótico, desde una percepción muy personal para mí los
jóvenes son un alto potencial en el país, durante más de quince años he
trabajado muy cerca de tres generaciones, cada de ellas valiosas y llenas de grandes
habilidades, cualidades muy dignas de ser admiradas:
La autenticidad y la sinceridad: Quieren
demostrar, de hecho, demuestran lo que son, sin unas fórmulas sociales
convenidas que ellos consideran hipocresía.
La libertad: Los jóvenes quieren, reclaman
vivir en libertad, sin ataduras que ellos tienen por injustas; pero al mismo
tiempo ofrecen también esa responsabilidad que ellos creen necesaria.
Inconformidad: Demuestran ante
un mundo que no les gusta. Ciertas formas sociales las consideran vacías.
Solidarios: Claman por
estructuras justas, equilibradas, para que ellos alcancen sus más grandes
aspiraciones, aunado a esto su insistente lucha porque los adultos seamos
coherentes ante aquello que demandamos de las nuevas generaciones.
Hace varios meses leía, el
problema de los ninis, jóvenes entre los 12 y los 29 años que no estudian ni
trabajan, tiene carácter mundial. En México, en esa condición se encuentra 20%
de los mismos, que es semejante a Grecia (20.6%), Rumania (20.1%) y (19.1%)
Estonia. La Encuesta Nacional de la Juventud 2010, realizada por el Instituto
de la Juventud (Injuve), consigna que en México hay 36.2 millones de jóvenes
entre los 12 y 29 años y de ésos, 7.8 millones (20%) ni estudian ni trabajan.
El 53% de los ninis del país se ubica en siete estados: Estado de México, con
el mayor porcentaje (15 puntos), seguido de Veracruz, Nuevo León, Jalisco,
Distrito Federal, Michoacán y Sinaloa. El estado con el menor número es Baja
California Sur. De acuerdo con la encuesta del Injuve, 44% de los ninis
concluyó el nivel de educación básica y también media superior (18.6%) y
superior (11 por ciento). La Secretaría de Educación (SEP) sostiene, no sin
razón, que el problema de los ninis era peor en el pasado; aunque no se le
conocía con ese nombre. En 1960, en esa condición estaba 60% de los jóvenes del
país y ahora sólo 20 por ciento. En 50 años se ha avanzado, pero todavía es
mucho lo que queda por hacer.
A diferencia de hace 50 años
hoy los conocemos con el nombre de “Ninis” la observación, experiencia, así como el conocer a una parte de esta
población me permite describir algunas
características; de primera impresión parecen ser personas sin ilusiones,
aspiraciones, compromiso, no estudian,
ni trabajan, nada les llama la atención, todo desestiman, apatía, nadie los
entiende, tampoco les interesa entender lo que pasa, en mi profesión les
llamaría personas con baja autoestima pues pareciera una descripción fiel del DSM-IV . Sin embargo, rescatando el primer
párrafo de este artículo, manifiesto mi apreciación a dicho fenómeno social,
considero son el fruto de familias sobreprotectoras, proveedoras de techo,
comida, vestido seguro, muchos de estos jóvenes deciden quedarse en la escuela,
tomar algún diplomado, otra carrera o seguir con la maestría, el doctorado,
aceptar toda oportunidad académica, con el fin de no salir a la calle a
enfrentar un futuro laboral tanto
incierto, como competitivo, en una palabra inseguro. Cierta es la frase
“lo que sembramos es lo que cosechamos” pues el resultado de esas acciones familiares
a otorgado a la sociedad algunos Ninis que van caminando por las ciudades del
mundo sin trabajo, sin cumplir con el sueño que se vendía hace décadas si
lograbas tener educación superior, entonces podrías conseguir trabajo seguro,
bien remunerado, ascender, tener una posición social económica
sobresaliente, como los cuentos de hadas
vivieron felices para siempre. La realidad actual nos muestra la otra cara de
la moneda, no hay empleo seguro, cuando
pareciera que lo hay, nuestros senadores
están a punto de aprobar una ley laboral
bajo contratos efímeros, para no generar ninguna responsabilidad social. Entre
otras realidades no existe seguridad en los siguientes aspectos: bienestar
social al ceder a la iniciativa privada servicios de salud, agua, basura,
educación, así como la violencia que sufre nuestro país, la situación con la
que enfrentan las nuevas generaciones de jóvenes es por demás deprimente ¿cómo
queremos dar al país jóvenes diferentes? Muchos sectores de la sociedad, tendrían
que estar en ocupados en que esta gran población juvenil fuese un beneficio
para México, ya que tendríamos grandes posibilidades para transformar y
construir un país competitivo, capaz de salir del bache económico en que nos
encontramos. Otro factor por demás doloroso es que cada año las instituciones
de educación superior rechazan a unos 200 mil jóvenes solamente en al área
urbana de la Ciudad de México, otros 100 mil a escala nacional. Mientras que la
tasa de desempleo el año pasado fue de más de 3 millones, la del subempleo de
más de 4 millones. Esto genera a más de siete millones de mexicanos ávidos de
empleo, sin la posibilidad de estudiar, podemos constatar por los hechos
actuales encaminados hacia la delincuencia, la migración, lejos de tener opción
y decisión. Muchas ocasiones he leído y oído decir… el país se encuentra frente
a un reto: la transformación de una generación; sin embargo hoy quiero
personalizar e invitar a la reflexión,
qué estamos haciendo los adultos para heredar a nuestros jóvenes
esperanza, entusiasmo, emoción, pasión, ideales… la tarea de un mundo, país y
un estado mejor, es de todos, no es justo fijar la mirada en un sector de la
población, somos corresponsables ante las nuevas generaciones, les podemos
llamar “Ninis”, “Emos”, generación x , etc. Lo cierto es que hasta los adultos
¿no hemos caído en indiferencia ante los eventos sociales, nos parecen normales?
En conclusión, seguiremos cosechando lo que sembramos….
La
autora es Licenciada en Psicología. Directora General de la Universidad
Filadelfia de México. alejandra_jimenez@filadelfia.mx
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