lunes, 7 de marzo de 2016

Los ninis mito o realidad...






Dar inicio al siguiente artículo, realmente fue caótico, desde una percepción muy personal para mí los jóvenes son un alto potencial en el país, durante más de quince años he trabajado muy cerca de tres generaciones, cada de ellas valiosas y llenas de grandes habilidades, cualidades muy dignas de ser admiradas:

 La autenticidad y la sinceridad: Quieren demostrar, de hecho, demuestran lo que son, sin unas fórmulas sociales convenidas que ellos consideran hipocresía.

 La libertad: Los jóvenes quieren, reclaman vivir en libertad, sin ataduras que ellos tienen por injustas; pero al mismo tiempo ofrecen también esa responsabilidad que ellos creen necesaria.

Inconformidad: Demuestran ante un mundo que no les gusta. Ciertas formas sociales las consideran vacías.

Solidarios: Claman por estructuras justas, equilibradas, para que ellos alcancen sus más grandes aspiraciones, aunado a esto su insistente lucha porque los adultos seamos coherentes ante aquello que demandamos de las nuevas generaciones.
Hace varios meses leía, el problema de los ninis, jóvenes entre los 12 y los 29 años que no estudian ni trabajan, tiene carácter mundial. En México, en esa condición se encuentra 20% de los mismos, que es semejante a Grecia (20.6%), Rumania (20.1%) y (19.1%) Estonia. La Encuesta Nacional de la Juventud 2010, realizada por el Instituto de la Juventud (Injuve), consigna que en México hay 36.2 millones de jóvenes entre los 12 y 29 años y de ésos, 7.8 millones (20%) ni estudian ni trabajan. El 53% de los ninis del país se ubica en siete estados: Estado de México, con el mayor porcentaje (15 puntos), seguido de Veracruz, Nuevo León, Jalisco, Distrito Federal, Michoacán y Sinaloa. El estado con el menor número es Baja California Sur. De acuerdo con la encuesta del Injuve, 44% de los ninis concluyó el nivel de educación básica y también media superior (18.6%) y superior (11 por ciento). La Secretaría de Educación (SEP) sostiene, no sin razón, que el problema de los ninis era peor en el pasado; aunque no se le conocía con ese nombre. En 1960, en esa condición estaba 60% de los jóvenes del país y ahora sólo 20 por ciento. En 50 años se ha avanzado, pero todavía es mucho lo que queda por hacer.

A diferencia de hace 50 años hoy los conocemos con el nombre de “Ninis” la observación, experiencia,  así como el conocer a una parte de esta población me  permite describir algunas características; de primera impresión parecen ser personas sin ilusiones, aspiraciones,  compromiso, no estudian, ni trabajan, nada les llama la atención, todo desestiman, apatía, nadie los entiende, tampoco les interesa entender lo que pasa, en mi profesión les llamaría personas con baja autoestima pues pareciera una  descripción fiel del  DSM-IV . Sin embargo, rescatando el primer párrafo de este artículo, manifiesto mi apreciación a dicho fenómeno social, considero son el fruto de familias sobreprotectoras, proveedoras de techo, comida, vestido seguro, muchos de estos jóvenes deciden quedarse en la escuela, tomar algún diplomado, otra carrera o seguir con la maestría, el doctorado, aceptar toda oportunidad académica, con el fin de no salir a la calle a enfrentar un futuro laboral tanto  incierto, como competitivo, en una palabra inseguro. Cierta es la frase “lo que sembramos es lo que cosechamos” pues el resultado de esas acciones familiares a otorgado a la sociedad algunos Ninis que van caminando por las ciudades del mundo sin trabajo, sin cumplir con el sueño que se vendía hace décadas si lograbas tener educación superior, entonces podrías conseguir trabajo seguro, bien remunerado, ascender, tener una posición social económica sobresaliente,  como los cuentos de hadas vivieron felices para siempre. La realidad actual nos muestra la otra cara de la moneda, no hay  empleo seguro, cuando pareciera que lo hay,  nuestros senadores están a punto de aprobar una  ley laboral bajo contratos efímeros, para no generar ninguna responsabilidad social. Entre otras realidades no existe seguridad en los siguientes aspectos: bienestar social al ceder a la iniciativa privada servicios de salud, agua, basura, educación, así como la violencia que sufre nuestro país, la situación con la que enfrentan las nuevas generaciones de jóvenes es por demás deprimente ¿cómo queremos dar al país jóvenes diferentes? Muchos sectores de la sociedad, tendrían que estar en ocupados en que esta gran población juvenil fuese un beneficio para México, ya que tendríamos grandes posibilidades para transformar y construir un país competitivo, capaz de salir del bache económico en que nos encontramos. Otro factor por demás doloroso es que cada año las instituciones de educación superior rechazan a unos 200 mil jóvenes solamente en al área urbana de la Ciudad de México, otros 100 mil a escala nacional. Mientras que la tasa de desempleo el año pasado fue de más de 3 millones, la del subempleo de más de 4 millones. Esto genera a más de siete millones de mexicanos ávidos de empleo, sin la posibilidad de estudiar, podemos constatar por los hechos actuales encaminados hacia la delincuencia, la migración, lejos de tener opción y decisión. Muchas ocasiones he leído y oído decir… el país se encuentra frente a un reto: la transformación de una generación; sin embargo hoy quiero personalizar e invitar a la reflexión,  qué estamos haciendo los adultos para heredar a nuestros jóvenes esperanza, entusiasmo, emoción, pasión, ideales… la tarea de un mundo, país y un estado mejor, es de todos, no es justo fijar la mirada en un sector de la población, somos corresponsables ante las nuevas generaciones, les podemos llamar “Ninis”, “Emos”, generación x , etc. Lo cierto es que hasta los adultos ¿no hemos caído en indiferencia ante los eventos sociales, nos parecen normales? En conclusión, seguiremos cosechando lo que sembramos….



La autora es Licenciada en Psicología. Directora General de la Universidad Filadelfia de México. alejandra_jimenez@filadelfia.mx

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